sábado, 23 de junio de 2012

Querido Ray



Te fuiste hace ya varias semanas, silenciosamente. Algún escritor dio la noticia en menos de 300 palabras, en un diario de tirada nacional. Ya ves, Ray, es lo que se lleva ahora. Microrrelatos, lo llaman. Quién nos lo iba a decir, al final en vez de quemar los libros han terminado licuándolos. Parece que la literatura de verdad, la que tú escribías, ya no interesa.

La verdad, Ray, es que ya ni recuerdo cómo nos conocimos. Creo que llegué a ti atraído por la fama de tus Crónicas Marcianas. Te hará gracia saber que en España teníamos un show de entretenimiento televisivo con ese nombre. Un dia un amigo mío fue a comprar tu libro a unos grandes almacenes, y el dependiente le contestó “todavía no lo han sacado, lo van a sacar, pero todavía no ha salido; si quieres tienes los vídeos y el disco”.

Lo que sí recuerdo, Ray, es que desde el momento en que empecé a leerte, ya no pude dejarlo, hasta agotar todos y cada uno de tus libros en la Biblioteca Pública. Tenía que contártelo; sé que eso te hubiera gustado saberlo.

Hay pocos libros que haya leído más de una vez. Tus “Crónicas” es uno de ellos. Venían en esas maravillosas ediciones de tapa dura de Minotauro, hoy ya imposibles de encontrar. Durante un tiempo estuve buscando la de “El País de Octubre” y no hay manera. Ése es otro de mis favoritos, además de “El vino del estío”, que es un libro que le cambia la vida a uno.

Creo, querido Ray, que este es tan buen momento como cualquier otro para releer tus libros, y volver a maravillarme.

Te echaremos de menos, amigo.

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